En aCerca te atienden personas, no máquinas

Es muy posible que en los últimos meses hayas percibido incremento de noticias relacionadas con el uso de la Inteligencia Artifical Generativa, o GenAI. Aplicaciones como ChatGPT están de moda y parece que van a revolucionar tareas como la atención al cliente o la gestión de consultas legales. Aquí te contamos los riesgos que supone para ti y los motivos por las que hemos decidido NO usarlas.

Una Inteligencia Artificial Generativa es aquella solución informática que es capaz de generar un contenido previamente inexistente mediante técnicas de aprendizaje automático, como las redes neuronales. Llevamos muchos años usando este tipo de sistemas y, de hecho, puede que no lo creas pero todos los días los usas varias veces. El autocorrector de tu móvil o las plantillas de correo inteligente de Gmail son un ejemplo de aprendizaje automático.

Tu móvil «aprende», a través del uso diario, cuáles son tus expresiones habituales y termina por ser capaz de adelantarse a lo que vas a escribir. Cuando funciona bien, es muy cómodo. Pero por cada vez que lo hace, hay muchas más que no lo hace y te obliga a corregir, perder el tiempo y borrar varias veces lo que parece que se empeña en poner, aunque no sea lo que a tí te interesa.

ChatGPT es un sistema parecido, en el sentido de que son sistemas «predictivos». Lo que hace ChatGPT no es entender lo que le preguntas, pensar la respuesta o crear una pieza literaria. No hay ningún razoinamiento en el proceso, sino que todo se reduce a estadística. A la probabilidad de que después de una cierta palabra vaya otra. Lo que hace (muy simplificado) es rellenar huecos, de tal forma que si dices «parece que va a… «, mira en el historial de frases que ha leído en su proceso de aprendizaje y trata de localizar la expresión más habitual que viene detrás. Por ejemplo, «llover» o «hacer sol».

A los profesionales de la asesoría fiscal, laboral o legal nos bombardean por todas partes ofreciéndonos actualizaciones de herramientas que ya teníamos, y otras nuevas, cuya única novedad es que «incluyen ChatGPT». Se nos presenta como una ventaja, alegando que así podremos escribir cartas más rápido, contestar recursos más deprisa, y buscar argumentos legales con más eficacia.

Lo que no te dicen es lo mucho que fallan estos sistemas. Hace poco más de tres meses saltó la noticia de un abogado de Nueva York, Stephen Schwartz, que «como tenía prisa» le pidió a ChatGPT que le proporcionase precedentes legales para un caso que tenía que defender ante el Juzgado. Y ChatGPT lo hizo… inventándolos. El abogado aceptó a ciegas lo que le decía la pantalla y presentó su informe de alegaciones, sólo para ser reprendido por el juez al constatar que se trataba de citas falsas y convertirse de la noche a la mañana en «el abogado que metió la pata con ChatGPT».

No sé cuántas veces has llamado a un número de atención telefónica de cualquier gran compañía, como un proveedor de telefonía, luz o gas. En muchas de esas ocasiones salta un sistema de reconocimiento de voz (otra aplicación del aprendizaje automático) que te pide que digas tu nombre, número de cliente y una descripción de lo que quieres. Aparte de lo irritante que resulta saber que hablas con una máquina, a menudo es desesperante el número de errores que comete y terminas gritando varias veces «TRES» al móvil, intentando que reconozca la opción que te interesa.

En aCerca hemos valorado mucho esta situación. Entendemos el valor del avance tecnológico, pero creemos mucho más en el trabajo bien hecho y en el trato directo con las personas. Porque a menudo la solución de un problema no reside en que una máquina busque a toda velocidad una respuesta. Cualquier respuesta. Lo importante es encontrar la respuesta adecuada.

Decía Albert Einstein que «si tuviera una hora para resolver un problema, y mi vida dependiera de la solución, gastaría los primeros 55 minutos en determinar la pregunta apropiada, porque una vez conociera la pregunta correcta, podría resolver el problema en menos de cinco minutos«.

Porque por cada vez que el correcto del móvil acierta, falla cuatro.

Porque por cada vez que el teléfono de asistencia se entera de lo que le dices, se equivoca cinco.

Porque tu vida y las cosas que nos pides no son algo que haya que resolver de forma precipitada.

Porque lo que vale la pena es que te traten personas, y no máquinas.

Por todo eso, en aCerca hemos decidido no usar ningún sistema de Inteligencia Artificial Generativa y seguir atendiéndote en persona. Seguir escribiendo tus encargos con nuestras manos y seguir estudiando las soluciones a tus problemas con nuestra cabeza.

Porque lo importante cuando trabajas en una asesoría fiscal, laboral o legal no es hacer las cosas a toda prisa para pasar al siguiente y facturar más. Es hacerlas bien. Y eso también se puede hacer muy deprisa… con práctica, con experiencia, con conocimiento y con atención.

Y aunque no fuéramos tan deprisa, no importa. Lo que importa es que sepas que en aAcerca siempre tratarás con personas. No con máquinas, chats, bots o contestadores automáticos.